domingo, 31 de mayo de 2009
Un Teni como amigo
martes, 12 de mayo de 2009
Al Fondo Siempre habra Sitio

Ya es parte de la cotidianidad de muchos peruanos escuchar esta popular frase acompañada de unas cuantas mas como :
"Ñorita avance pe al fondo hay sitio"
"Amigo, avanza pe ahi hay sitio pa que suba la ñorita"
"Apeguese pe señor"
Desde hace un tiempo atras aprendi a tomar combi, bus, carro, micro o como quieran llamarlo, es cuestion de darse cuenta de las cosas nada mas, tan simple como hago ahroa ultimo que trabajo en la otra nalga del mundo y me demoro como una hora en llegar a mi trabajo, subo y me abro espacio para avanzar al fondo... SI! me voy al fondo, porque se que cuando llego a mi destino final ya casi no hay personas o en caso contrario cuando se desocupa un poco avanzo para bajar rapido. Y si voy un par de cuadras me quedo cerca de la puerta y si me dicen algo respondo cortante, "ya voy a bajar"
Sin embargo este no es el motivo por el que escribo sino mas bien es un preambulo de lo que me sucedio hace un par de dias... Creo en el karma y el buen karma que trato de manejar me da sorpresas curiosas como que alguna malcriada en faldita separe lentamente las piernas mirandome a los ojos para deleitarme con "su belleza", mi parte trasera a sido toqueteada por algunas "damas", he tenido el agrado de sentir la entrepierna de alguna chica impudorosa que me sonrie luego de este casual evento y he sido presa de los rozamientos de entrepiernas que jugueteaban con mi hombro. Pero en esta oportunidad fue algo diferente, algo que no tenia ni previsto, algo que cambiaria el esquema por completo de lo antes ocurrido....
Era ya un poco tarde para salir a mi trabajo, estaba esperando la combi, que para mi mala suerte no pasaba ninguna de las lineas que me sumergen en una aventura diferente dia a dia. Pense que seria el primer dia en el que llegaria tarde, asi que en realidad no me hice ninguna idea, todo estaria bien y me iria bien, pues a fin de cuentas no hay mal que por bien no venga. Minutos despues subi, me hice un espacio casi al fondo del micro parado y abrigado, unos quince minutos mas tarde, una chica simpatica se para a mi lado, note su prescencia rapidamente pues era muy simpatica, al cruzar miradas ambos sonreimos. Para mi era algo normal sonreile a una extraña pues es una manera de alegrar el dia.
A mitad de viaje una gran cantidad de personas subio repentinamente y termine en medio de las dos chicas que estaban a mi lado, a esto trate de hacerme el loco y moverme un poco para no rozarlas de manera indebida pues no me gusta que me miren como un pervertido. sin embargo recibi la sonrisa coqueta de ambas. Al acomodarnos todos nuevamente me percate que mi trasero rozaba continuamente con el de otra chica(mira mi suerte, llegare tarde pero estoy rodeado de chicas, inculyendo la que si estaba sentada, aunque esta dormida, tambien es simpatica). De un momento a otro empece a pensar que el movimiento que sentia por atras ya no era involuntario, sino todo lo contrario, la señorita que me daba la espalda estaba frotando sus posaderas contra las mias de tal manera que en unos minutos se sentia un calorcito, digno de dicha friccion, un trasero redondo, firme y a la altura del mio.
La enfermedad me volvio un corruptor empedernido, mire a una de las chicas, la de mi lado izquiero, le sonrei, repentinamente sin saber como, bajo la mirada y vio lo que pasaba a mis espaldas, pense que no habria forma de generar un contacto adicional a los que ya se habian dado asi que simplemente mire hacia el otro lado buscando la mirada de la otra chica, a ver que sucedia pero lo unico que llegue a percibir fue algo que por un segundo me encrispo la piel. Aquella primera chica, que habia visto de reojo el frotamiento trasero, estiro su brazo para agarrarse del asiento consiguiendo asi que el anverso de su palma frotara mi entrepierna. Pense en principio que todo esto era parte de mi imaginacion hasta que giro su mano para tocarme descaradamente frente el rosotro de la unica desentendida del tema, la dormida que estaba sentada, y digo que fue la unica puesmi mano derecha era tomado por una mano fina, delgada y fragil, llevandome a explorar las delicadas curvas de la otra perversa malcriada.
Me senti el objeto de juego de momento, eran las tres compitiendo a ver quien era mas deshinibida que las demas, era un juego donde yo no podia hacer nada por el lugar donde me encontraba, era un juego donde sus sonrisas timidas y coquetas, pasaron a tener un gradop de perversion acompañadas de miradas de malicia, lujuria y placer.... Nunca olvidare a esta pequeña y "bien puesta" chica de cabello castaño llamada Carla con su calida mano que forot de distantas maneras mi entrepierna; Jimena, la joven universitaria de la U de Lima que llevo mi mano hacia todas sus curvas de la cintura hacia abajo y por ultimo a la insitadora de este brutal evento, Monica aquella linda chica vestida de sastre que bajo a la altura de La Positiva. Sin embargo asi como me pasa hasta no las vere nunca mas.
viernes, 1 de mayo de 2009
Dos para mear
Había que dejar los cómodos puffs rojo-pasión. Bajar de la plataforma VIP, acertando con los pasos en las escaleritas resguardadas por un par de gorilones. Cruzar el espeso mar humano de jóvenes que bullían sudor y diversión latinpopera. Pedir permiso y meter mano. Oler los cuellos de las chicas bonitas, que eran pocas. Abrirse paso. Para llegar por fin, como un trapo exprimido, al portal de los servicios higiénicos. Porque no hay momento más provechoso para medir la tesitura de los músculos de una comunidad de chicas hirvientes que cuando cruzas la discoteca para ir al baño.
Fue todo eso por lo que pasé cuando, animado por un Amigo (y por mi vejiga que reventaba del rico wiskacho con Guaraná), crucé la discoteca de punta a punta para acompañarlo al tocador. Una vez allí, esperamos la cola que se había hecho para las dos primeras cabinas. No salían, los usuarios demoraban. El Amigo me llevó a la cabina del fondo que no tenía gente esperando. El Amigo, arrodillado y completamente descentrado (aunque es posible que ese sea su estado natural), echó una mirada por debajo de la puerta y vio a un usuario sentado en el trono.
Comprendimos y esperamos con paciencia anti urinaria.
Apenas sonó el pestillo, el Amigo ayudó a abrir la puerta y avanzó a los trompicones, empujando al tipo que salía. Yo, con inoportuno pudor, quise esperar afuera, pero el amigo me pidió que lo acompañe a chisguetear nuestras penas frente a ese pequeño altar de las miserias humanas que es el wáter.
Una vez calmadas las urgencias del buen mear, despertaron en él las urgencias más escondidas del placer y se dio paso el siguiente equívoco diálogo:
-Yo te voy a pervertir, ven para acá –dijo el Amigo y llevó mi cabeza bajo su brazo grande-.
-Oe, ¿qué pasa Amigo? –respondí, desmarcándome de sus tenazas-.
-No te resistas. Ven, ven. Déjate –me forzaba, ahora a manotazos-.
-No quiero. Yo no quiero. Tas loco, varón.
Logré alejarme y poner el retrete como muro de contención entre el amigo y yo. El forcejeo continuaba, ahora verbalmente.
-Ya, cálmate, disculpa. Yo te voy a llevar despacito, déjame enseñarte mi larga carretera.
-No, ahora no quiero esas cosas.
-¿Qué, no te gusto? –preguntaba muy seguro-. Yo sé que eres cochinín como yo.
-No, man. A mí me gustan las mujeres. A mí me gusta Susanita. Tú sabes –repliqué, todo heterosexualazo yo-.
-¡No me importa Esa!, ¿ayer en el taxi no me dijiste que no te daba ni pelota? Ven acá o te lastimo con mi Capoeira, pobre infeliz.
Se alteró: no mentía, sus técnicas de Capoeira me noqueaban sin ninguna duda. Porfiado mi amigo, se abalanzó sobre mí de nuevo.
-Ya estas acá, ¿qué vas a hacer? -continuaba-. No te voy a dejar salir, ya perdiste.
-A mí no me vas a convencer de hacer eso, Amigo. Ni lo sueñes –le dije, halagado en el fondo de que me haya elegido para ese encontrón-.
-Ya pues, mira que estas semanas he estado depre y ya ni escribo. Hazme el favor y déjate pues, tú eres cochinín –volvió a la calma-.
-No cabrón. Suéeeltame.
En esas estábamos cuando un guardia morenazo encaramó su humanidad por un costado de la cabina y dijo…
-¡Abran la puerta mariquitas! La gente quiere entrar –advirtió desde arriba-.
-No le hagas caso –dijo el amigo, moviendo sus gruesos brazos como espantando una mosca en el aire-.
-Pero ¿porque las mujeres sí pueden entrar juntas al baño y los hombres no? –dije, alegando a la igualdad universal e inspirado por el Jhonnie Walker-.
-¿Acaso ustedes tienen vaginitas? –farfulló el hombre de la seguridad-.
Acto seguido, abrió la puerta con sus manos peludas y nos invitó a salir no del baño, sino de la discoteca Onuba. Nosotros caminábamos y él nos acechaba con la respiración pegada a la nuca. Estoy seguro que el Amigo hubiera querido que el guardia gorilón lo estampara contra la pared y lo revise todito pero no fue así. Cuando salí del baño, ya no veía al Amigo; en realidad, no miraba a ningún otro lado que no fuera el frente: si volteo, tal vez el guardia se molesta, pensé. Así que seguí derechito mi camino.
El Amigo había desaparecido y ahora me disponía a cruzar otra vez el mar humano, esperando, en el fondo, un poderoso viento que levantara un tsunami de mujeres que me hiciera olvidar pronto la experiencia última del baño y seguir bailando con los mismos pasitos atolondrados y ridículos como si nada hubiese ocurrido.
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Lamento. Qué vaina, no fui a Oasis. Y nunca volverán porque la bruja Pochita ha adelantado en sus predicciones que van a disolver la banda por un lío de faldas entre los hermanitos líderes del grupo: Liam y Noel, a la sazón, Caín y Abel Gallagher; al parecer, Susy Díaz sería la manzana de la discordia. Para los que tampoco fueron (o sea nadie) dejo una espectacular canción de Oasis: don´t look back in anger. Esta semana compraré mi entrada para Drexlercito Corazón, de esa nadie me saca.