domingo, 4 de enero de 2009

Ana la argentina





"Lo que pase en Estados Unidos no se escucha en Brasil"


(El carnavalesco Erico, un brasileño con el que vivo, soltó esta frase, sapientísimo, zanjando de una vez el tema de las distancias. El parló en portugues y la traducción es mía)








Ana la argentina llegó en la tarde a la cabaña que hemos rentado en Hardeeville. A nadie le funcionan las defensas, cualquiera se derretiría por ella. Es que lleva consigo, en sus ojos, toda la historia de la Republica Federal de la Argentina: las pampas extensas, las Malvinas perdidas, los campeonatos mundiales, las dictaduras, Erreway, la calle Corrientes, el Obelisco, Boca y River reconciliados y ya sin repelencia, Juan Domingo, Evita y Madonna, Kempes, Menem y sus cuernos, José de San Martin, la maleta marrón que traje, el Borges que no me animo a leer, el gol de Oblitas y su posterior revoleo del brazo y, como olvidarlo, Andrés Calamaro. Todo eso pude ver cuando husmee en su mirada. Es cierto, aunque ella, me dijo, nació en Rosario, con solo caer en sus pupilas verde esmeralda, previo zoom desde su rostro, puedo volar en la ciudad de la furia de Cerati. Ella, Ana la argentina, siento ahora, sostiene a ese país desde aca tan lejos, tanta belleza no le pertenece, no es de, ni para ella y si su país ya le quitó mucho, yo reclamo mi rebanada de biffe en este post.

Son odiosas las comparaciones, no obstante, es menester hacerlas para dar cuenta de las irremables distancias de cualquier tipita contra Ana la argentina. En la chamba no encontré nada igual a Ana la argentina. El vozarrón de Estela la hondureña es para desvanecer cualquier tipo de erección. Mi enana amiga Vanessa me relaciona sentimentalmente con ella y me ha dado curiosidad, por lo que compré el manual Como entrar en amoríos con una centroamericana (escrito por una centroamericana) que está lleno de rituales caribeños destinados al amor imperecedero (el que no existe). Por mi flojera, esos truquillos, resultan soeces y de mal gusto.

Margaracha la guatemalteca, y amiga del anterior especimen, es aun más feuca y se ríe cuando pronuncio la palabra "negro". Yo sé que fue ella quien me enseñó el arte de freir hamburguesas, fue mi maestra el primer día, aun así debo estar congraciado con la verdad por dura que ahora sea y más si la bajada de reyes esta cerca, el poco espiritu navideño aun se respira en esta ciudad-carretera. Luego está Francisca la veracruzina, ella me cae mejor aunque un día me pidió reemplazarla en el freezer, pues se moría de frío allá adentro, yo tambien pero tonto caballero acepté y mi corazón casi se paraliza allí adentro. No puedo contra el freezer, soy muy debilucho para él.

Igual, las tres son unas retacas malagracia, no me llegan ni a la tetilla y tienen más fuerza que yo. Sin embargo, confieso que lo que me atrae de ellas, o sea, algo que las tres tienen, que las arrejunta en una sola centroamericana, y les da un brío a sus curvas desmejoradas es que están de ilegales en los Estados Unidos; cualquier momento la policía o el FBI intervienen el McDonalds y las arranca del trabajo como quien se deshace de un bigote malcrecido debajo de la nariz. Ese día, si me toca verlas arrestadas, me dejaré morir envuelto por el viento asesino del freezer, luego de haber llorado gotas de hielo al pie de las cajas de los nuggets.

Natalia la colombiana ya fue porque tiene novio, pasaron juntos la navidad, se van a casar por los papeles pero ella, sabida, lo niega. Hace unos días la odié: quiso entrometerse en mis labores, quiso freir mis hamburguesas. Lo que ocurre en el McDonalds es que siempre debes estar haciendo algo, por mínimo que sea. Si no hay que freir, pues barres, trapeas, refriegas y etcétera de un montón de labores de limpieza que son fulminantes para la lozanía de mi columna. Natalia, si me quita las espátulas, me condena a convertirme en una Chimoltrufia peruana y fregar todo el McD. Eso no es suficiente para dejar de mirarla, se me corren los ojos cuando paso a su lado. Tiene las caderas de Shakira, las piernas de Lucecita, la mirada preocupada de Maturana y quiere la paz en Colombia. Ahí mismo, frente a las brasas, quiero que me cante un Juancito Trucupey, aunque la Sonora Matancera no sea colombiana le saldría bien. Todavia me preocupa que su novio sea todo un Antonio de la Rúa.

Melissa, qué bonito nombre, she is american. Es una Britney Spears luego de haberse empujado todos los mc-chickens que usa la cadena McDonalds por hora (en todo el mundo). Ella fue quien imprimió mi nombre, para llevarlo como una especie de insignia en el pecho. Aun recuerdo, ella me pidió el nombre que, inconveniencias que se vuelven ventajas, me hizo repetir porque no entendió. R - E - I - N - E - R. Fue un spelling cerquita a su oreja derecha, en la que no lleva el aparato que la conecta con el area de Driver Service. Yo me colgué el prendedor con mi nombre tipeado, bendecido poco antes por Melissa, al borde de mi corazón sin darme cuenta que eclipsaba el dibujito de McD y así me fui a freir unas costillas para el crispy-chicken. Acto seguido, muy amable la Britney, me pasó la voz, me llamó a su lado y extrajo, mirando fijamente, con cirujana precisión, usando sus manitas incoloras, la aguja que sostenía el adminículo de mi identificación en mi camisa roja, en mi corazón. Sentí que descosía mi pecho cuando lo hacía, que iba a encontrar mi corazón y su nombre, Melissa, ya escrito en el, dibujado en todo mi sistema circulatorio: perdí por dos segundos la respiración. Luego, lo colocó en el otro lado de mi pechito. Una vez terminada la operación, dió dos palmaditas y me hizo sentir impecable, corregido, con veinte en presentación. Ahora podría sonreirle al jefe de igual a igual, me habia convertido en un latin-american-idol.

Con Carlota, la brasileña que vive conmigo, ya nos perdimos el respeto. Una noche me acusó de haber soltado una flatulencia en la cocina. Lejos de rechazarme, se aventó al suelo a cagarse de la risa y repetir bullanguera la verdad mais grande do mundo OOh eisto demuistra que o pedO es el lenguashe univershal, Jeeeiner. Ella no entra en mis gustos, demasiada voluptuosidad reunida en una mujer, pero su alegría la hace digna de un post que nunca escribiré. A veces no la entiendo mucho y me río solo luego que Vanessa, la dwarf, me explica lo que ha dicho. Vanessa, rebautizada como Mary aquí en Hardeeville, se divierte mucho con Carlota y luego me divierten a mí.

Julieta Venegas, la cajera, a quién no le conozco la nacionalidad, tiene una belleza enigmática, que hay que buscar, que no ves así nomás el primer día de trabajo. No importa de donde venga: ya no quiero investigar ese dato. Nos hemos cruzado un par de veces: fue mi traductora cuando pedía mi refrigerio a Melissa; fue otra vez mi traductora cuando reclamé mi break a Oprah, la negra que controla los horarios y concede los permisos. Por ella comí gratis el primer día de laburo. Alguna vez la besaré dentro del freezer, aunque Oprah nos vea por sus camaras de seguridad. Se vocea por los pasillos infestados de cucarachas del McD que Julieta tiene un romance escondido con (el teniente) Dann, mi amistoso jefe y chofer particular.

Pero Ana la argentina llegó a suelo estadounidense con muchos hombres siguiéndola en el recuerdo, ese maldito. Y esa única tarde con ella me soltó el rollo de sus lunfardos desamores.

Renato Colina fue su último novio legal en Argentina. Nunca supieron, ninguno de los dos, si habían terminado o si seguían, al momento en que ella abordaba el avion de Lan - Chile. Ella guarda la esperanza de que al estar en los extremos del continente se recuerden, se amen, se envien mails calientes y reviva el amor, que dejaron cual barco encallado en los peñascos de algun negro mar. Pero él es un tonto, me explica, cuando la llamó hasta Nueva York lo único que hizo fue perturbarla con los problemas del pasado. No ha cambiado, continua, y su cobardía me mata, no me ha sabido defender cuando más lo necesitaba. No quise preguntar más, sentí que una leona lloraba a mi lado.

Carmelo Galarza fue el último novio clandestino de las tierras de Gardel. Me lo contó sin reparos, sho soy infiel, viste, que sin eso no hubiera podido respetar a Renato, qué sé sho, lo quería más luego de estar con el otro, con Carmelo, me decía bien rica Ana la argentina. Ahí fue cuando nos interrumpió el walkie-tokie que tenía en su maleta. La ayudé a sacarlo porque era un sonido maldito, lo tenía debajo de todas las bombachas y las bolsas de cereal que había traido. Es él, y miró al cielo, lo voy a poner en vozalta para que lo escuchés. Pero Carmelo no dijo nada romanticón o melosón, aun cuando Ana la argentina derramó coquetería por esa pequeña radio a transistores. Es que a mí me gustan los hombres chúcaros, además, este pibe, sabe esconder todos nuestros quilombos y hay total confianza, me da seguridad como no sabés, me aclaró y pasamos al otro.

Rómulo Trebejos fue su primer amor; una relación ahora venida a menos con los años que han pasado. Sus caminos se separaron mucho. A él lo botaron de la Universidad de Buenos Aires, donde estudiaban gratis; ella ha sabido mantenerse porque su carrera de Negocios Internacionales le gusta sobremanera. Sin embargo, un día antes de tomar el vuelo lo vió y, en sus palabras, la pasamos ré-bien. Pienso llamarlo una de estas noches, dijo mientras mirabamos Rocky III en la televisión, pero no soy una boluda, me voy a dar mi tiempo, quiero calentarlo, que sepa que sha no soy tan fácil como de chiquisha.

Con Julián Cárdenas sí se pierde. Vive en Miami y lo considera su amor-al-paso, al que ve una vez al año, por ejemplo, cuando su avión hizo escala en Miami antes de llegar a Nueva York. Estuvieron las cinco horas que duraba el abordaje a la otra nave, besándose y escondidos en el baño del Starbucks, lanzándose lisuras, mentándose la madre, encadenados por sus miradas, entrelazados bailando un tango, como es que disfrutan su amor-al-paso. Vive de ilegal, como todos en Miami, pero ahora se va a casar con una residente sha mayor, sólo por los papeles, así que hay esperanzas, che, se da el aguante Ana la argentina.

Le pregunté si había visto Los Cebollitas de pequeña, y, no estaba tan pequeña eh, vos que te creés, me cantó con su voz. Los brasileños que viven aquí son igualitos al Colo y a Gamuza, me apresuré a contarle. Estan rebuenos, entonces; mas o menos, le respondí. Sospecho que Ugo y Aléx son gays, le mentí: sentía que mi situación no era la mejor si quería conquistarla. Es cierto, siempre se encierran en el cuarto, mentira, yo soy el que dejo la puerta con llave por dentro sin darme cuenta, pero eso no se lo dije. La estrategia no me funcionó. Abrá que volver para demostrarles a esos tipitos lo que son las argentinas, amenazó luego de hacerme elegir para ella a uno de los dos luso-hablantes. ¿Cuál te gusta más para mí? me preguntó, zandunguera ella.

Esa fue Ana la argentina, me dejó retazos importantes de su historia y partió a la mañana siguiente a otra ciudad, estaba de paso. Nadie la despidió, todos nos quedamos dormidos y cuando visité su habitación vacía, esperanzado en encontrar algo de ella, siquiera una bombacha sucia, no había más que un papelito blanco abandonado en la esquina de ese cuarto frío. Salté el desnudo catre donde había dormido y abrí el papelito, tal vez su correo o alguna información sobre ella que me permitiera localizarla, pensé. Pero era, maldita sea, un recibo del McDonalds: la tarde anterior había llenado su vientre hambriento con las carnes asquerosas que estoy condenado a preparar, siempre apresurado, casi quemándome, por todo este invierno boreal.

Ojalá, por un milagro de comienzo de año, que no tiene que ser este necesariamente, todas las chicas del McDonalds terminen acostándose con todos los chicos malos que han pasado por Ana la argentina; y así se cobre justicia contra esos hombres que le hicieron daño, que la han perseguido hasta aca. Esa es mi forma de justicia: que se acuesten, tarde o temprano. Y, si las estrellas existen y no son tan fugaces, me permitan desear que en cualquier tiempo de mi vida, luego de una madrugada olvidable, tambaleándome solitario y ebrio, en algún largo puente de una ciudad inspiradora, sobre algún río apestoso, caminando con mi sombrero de ala ancha, me cruce con Ana, que, en ese momento, dejará de ser la argentina que conocí para volverse la minina que me enseñará el mundo a través de su bello cuerpo desnudo. Esa es la justicia cuando a una chica no le pertenece su belleza.

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Les dejo ahora una cancion movidasa que escuchaba cuando pibe por Uranio15 que agarra bien con el post. Solía alucinar con la chica de la canción. "Dicen que la peruana tiene la cara bonita", canta divertido el bailador. Ya no sé si sólo las peruanas.






PEDIMOS AYUDA: El Melon, participe de este bloJ desde el digno silencio, se ha perdido. La ultima vez que lo vieron fue en un cerro de la Molina, calato y con chupon celebrando el Año Nuevo, fueron sus ultimas señas. Ademas, tiene la barba crecidita y parece un cromagnon. Si alguien sabe de el, les ruego informacion, para mandar una delegacion a recogerlo, no importa su estado de deterioro: es nuestro. La recompensa: un polo amarillo de este bloJ, o un mc-chicken meal que corre por mi cuenta.

4 comentarios:

Roberto Rojas dijo...

sos un dios! reniercito!... me enamore de Ana la argentina con el post. de la misma manera que lo hago de cada muchacha guapa que suelo avisorar por estos lares, muchachas que hacen caso omiso a mi humilde existencia.
Sigue asi, tal vez, por ahi, te salga alguna. o quien sabe, tal vez veas de nuevo a Ana. quien sabe.

Anónimo dijo...

jajajaajaaa..
ay reiner di kien es ana paula ! pues!
jajaja
chikos! reiner tiene NOVIA! se iama susana! y mide la mitad q yO..ozeaaaaaaaa! jajaja!
ayyyyyyyy :)
hacen linda pareja y mas cuando dic* SINOOOOOOOOOOOOMENS! jajaja y el ama esa palabraa!...mmmmmhmhmhmh!




sabian q los extranio?!

bezo.para todos..oi estoy regalOnaaa como nunk! jajaja

Lascivia dijo...

Si necesitaba algo para divertirme esta noche era leer este blog. Felicitaciones. Soy nuevita en esto y queise visitarte....no me arrepiento. Espero tu visita tambien. Muchos besos

Reiner Díaz dijo...

La Diosa es Ana, su recuerdo movio mis dedos en estas teclas incompletas, mutiladas; aunque claro, una Diosa mAs en mi vida, querido Robercinho. Vaya con cuidado por Miami.

Cuando te ries, enana, pareces una metralleta... y ... Ana Paula? ?? creo que te quedaste en otro post... Ja ja. Eso demuestra que nunca lees bien nuestros posTes! eres nuestra hincha mentirosa. Lectura veloz, le dicen ahora. Me da flojera aclarar lo de la tal Susana Sinomens pero siempre habran mas posTs para vengarse. Y no estas regalona, no enganhes, ya que solo me das tus cabellos para acariciarlos y olerlos. Mala.
Una palmada en la gorra del McD para tiiii.

No soy de comprometerme para visitar bloJs pero siempre esta la curiosidad (y desde ahora la Lascivia): no me arrepiento. Que bueno que te divertiste, considerando que en tu bloJ te diviertes con cosas mas orgasmicas, es un rico halago para comenzar el anho.
Un abrazo desde USA hasta Argentina, con escala en Peru.