martes, 14 de octubre de 2008

Te voy a tapar la luz

“Mientras tú sufres por uno yo me divierto con varios”
(Manuscrito anónimo de una combi limeña)

La violaron a los doce años en su dormitorio. Había estado sola porque sus viejos habían salido.

A la mañana siguiente, en el desayuno, no les dijo nada a sus padres que, despreocupados, ni les pasaba por la cabeza que estaban compartiendo migas con el canalla.

Le confesó a Julián, sin mucha pena, que no le guardaba rencor alguno a su tío por haber abusado de ella.

Es más, le dijo que lo sintió rico, que le gustó. Julián pensó que la mujer que tenía debajo sí que era puta de nacimiento. Por eso la trataría con más cariño.

Julián la sentó en él con poca maña. Le dolía la cama que era dura, pero adecuada para esos embates de pasión pura y mercenaria.

Quiso besarle los senos, hundirse en ellos, pero un jugo lácteo brotó de su pecho y no continuó sin antes escupirlo a la sábana de flores.

Era madre hace un mes y sus gemidos eran mentirosos pero maternalmente justificados (llevar alimentos a su hijo), para convencer a Julián de que vuelva, con la promesa de que la pasarían bien si le pagaba esos 25 soles nuevamente.

No terminó el colegio porque tuvo que trabajar desde muy chica en trabajos algo decentes y otros no tanto donde alquilaba su metro cincuenta y siete de veinte años al urgente parroquiano de turno.

Nunca supo lo que era ser virgen porque dejó de serlo a los doce. Conoció esa palabra, y todo lo que con ella venía, después de esa edad tanto así que no le dio tiempo de extrañar esa etapa “rosa” por los apuros en los que la vida, impenitente, la colocaba.

Tampoco sabía lo que era “eyacular” porque no entendió cuando Julián, en su afán estúpido de soltar frases ilustradas y llevado por el miedo de la castidad, que ahora dejaba en ese lecho, le dijo: no se romperá ¿no? mira que no te quiero eyacular ahí adentro.

Julián era el séptimo del día. Y, haciendo los cálculos, el número 210 de los últimos treinta días, con sus respectivas noches.

Estaban en el noveno piso de un añejo edificio del centro de lima que antes había sido usado como centro de la cultura en los años de la República Aristocrática.

No dudó en pedirle a su dulce chica, al menos para esos treinta minutos, que se sentara en la ventana porque lo excitaba que todo el mundo los viera. Ella, tan suicida como Julián, aceptó.

Pero ya no estuvo de acuerdo cuando él le pidió por atrás. En realidad, no se lo dijo directamente, solo bastó con decirle la tarifa. Costaba Sesenta soles pasear por su zanjón que tenía más kilometraje que las carreteras de Estados Unidos todas juntas. Sesenta soles era más de lo que, entregándose a los juegos del Mercado, ella valía entera.

Obviamente no tenía marido ni conocía al padre de su hijo. Cosas de la chamba. Sus enamorados siempre la habían maltratado. Era de rasgos orientales y le gustaba ver los Simpson.

Compartía el departamento con una colega que podía ser su mamá, pero que se conservaba, que era regia. Las dos eran regias putas. Compraban cortas vestimentas pacharacas de brillantes a un viejo raquítico y se sentían regias probándoselas en frente del viejo. Con solo mirarlo, Julián ya conocía el destino de ese viejo, que era envidiable. Un día moriría de un paro fulminante por mirar completamente desnuda a una de las Damas del Sexo a las que les vendía sus ropitas seguramente ilegales. Y a su funeral irían puras putas.

Y qué honor ser llorado y recordado solamente por putas, pensaba Julián. Qué gracia del Señor tan grande sería ser velado entre putas en un país que era mal gobernado por los hijos de estas.

Julián se movía cada vez con menos fuerza. Llevaban veinticinco minutos consumidos. Consumiéndola. Ella tenía un reloj en su muñeca –la única prenda que no se quitó–. Ella, boca arriba, llevó su brazo al rostro y le anunció “faltan cinco”. Le repasó el iris con el reflejo del vidrio de su reloj cuando volvió el brazo.

Julián, con sus últimas energías, se enervó muy por encima de la putita. Le tapó la luz artificial del foco ahorrador de ese dormitorio; sin luz no hay buen amor. Ella podía estar engañándolo con sus gemidos, pero Julián sabía que todo lo que había pasado en la vida de la puta no era peor que tirar con él, ella era más digna que el cobarde que ahora terminaba sin manchar el condón, el chico sin amor.


Conmigo ya será hasta el otro mes. Espero verlos a todos en el concierto del gran Andrelo Calamaro. Aquí les dejo una de sus milongas.

7 comentarios:

giampiero dijo...

Hey tio buenazo... tu estilo es genial.

- Berenjena - dijo...

En medio del colonialismo de una estrella suceden lós más desgarradores te amos comprados y los gemidos sin sentimiento.

En esos cuartos de techos altos del Centro, entre sábanas percudidas y cariños de diez o quince soles, existe una puta que ha originado las más devoradoras literaturas, sino que lo diga Vallejo y su Puta de Babilonia.

Ultimas Virgenes dijo...

me gustó :D

La Chata

Azucena Oré Vereau dijo...

Hola! :)
Está bien chévere

saludos
azucena

Fbio dijo...

lo que sucede a nuestro alrededor nos mantendra despiertos mientras nos demos cuenta de las sorpresas que nos deparan a lo largo de la vida, sin embargo, no falta momentos en los que simplemente no somos nosotros para luego arrepentirnos de perdernos esos momentos que pudieron haber cambiado las cosas, no?

tan solo quisiera poder saber que se sienten muchas cosas como un buen uniforme rojo a mi lado como si fuera un vestido blanco.

Reiner Díaz dijo...

Hola Giampiero, gracias por lo fulminante de tu comentario; por referencias de Robertino me dice que tu tambien estas buenazo.

Hola berenjena, no he auscultado mucho en el tal Vallejito. Gracias por el dato de la Puta de... Quiero revisar sus poemas humanos tambien. Julián, el pseudo-heroe de la entrada, te corrije... sus cariños son de diez "/MÁS/" quince soles. Que da 25, no te equivoques por favor. Gracias por pasar.

Hola Chata, Julián o la historia?? Abrazo (de julián).

Hola azucena, Julián no es chevere. Beso (del autor).

Hola Fabio, estuviste muy filosófico. De lo que alcanzo a entender... las veces que me he esfumado de mi, tambien la pasé bien.

Ultimas Virgenes dijo...

Pues Julian y la Historia jajaja.

La Chata